Por: Bernardo León Villegas & Javier García Espinosa
Hablar de Joaquín Sabina es sumergirse en un universo de versos afilados, historias de bares y madrugadas, y un talento literario que ha convertido sus canciones en himnos de varias generaciones. Este cantautor, poeta y pintor se ha consolidado como una de las figuras más influyentes de la música en español.
Joaquín Ramón Martínez Sabina nació en Úbeda, Jaén, en 1949. Desde temprana edad, la literatura y la música fueron sus refugios. En su juventud, influenciado por poetas como Rafael Alberti y Georges Brassens, comenzó a escribir versos y a tocar la guitarra. Su vida tomó un giro inesperado cuando, en los años setenta, se exilió en Londres debido a su militancia antifranquista. Allí comenzó a cantar en bares y a escribir canciones que pronto llamarían la atención.
Desde su juventud, Sabina mostró un espíritu rebelde. Su regreso a España marcó el inicio de una carrera prolífica en la que ha publicado más de quince discos de estudio, además de libros de poesía y memorias.
Sabina comenzó a destacar en la escena musical madrileña. Su álbum “Malas compañías" (1980) lo catapultó a la fama con temas como Calle Melancolía y Pongamos que hablo de Madrid, consolidándolo como una de las voces más singulares de la música en español.
Lo que distingue a Sabina de otros cantautores es su habilidad para narrar la vida con ironía, romanticismo y crudeza. Su obra abarca desde el amor hasta la crítica social, pasando por historias de personajes marginales y crónicas urbanas. Entre sus canciones más emblemáticas destacan:
19 días y 500 noches: Una desgarradora crónica de desamor que se ha convertido en un himno del despecho.
Y nos dieron las diez: Una historia de amor fugaz con tintes nostálgicos.
Contigo: Una declaración de amor tan irreverente como pasional.
Calle Melancolía: Un retrato de la soledad con versos que duelen.
Pongamos que hablo de Madrid: Un himno a la ciudad que lo adoptó.
Su legado no solo se mide en discos vendidos o premios recibidos, sino en la capacidad de emocionar y conectar con quienes encuentran en sus letras el reflejo de sus propias vivencias.
La carrera de Sabina ha estado marcada por el éxito, pero también por los excesos. Sus letras hablan de noches interminables, amores imposibles y la crudeza de la vida. En los noventa, con discos como “Física y química" y "19 días y 500 noches", alcanzó el estatus de ícono. Sin embargo, en el año 2001 sufrió un infarto cerebral que puso en peligro su existencia y lo obligó a replantearse su ritmo de vida. Aunque logró recuperarse, la sombra de la enfermedad y la depresión lo alejaron de los escenarios por un tiempo.
Pero Sabina nunca ha sido de los que se rinden. Regresó con nuevos discos, giras multitudinarias y colaboraciones con artistas como Joan Manuel Serrat, con quien emprendió giras históricas que llenaron estadios en América Latina y España.
A sus 75 años, Joaquín Sabina ha decidido que es momento de despedirse de los escenarios con "Contra todo pronóstico", una gira que ha recorrido España y América Latina, llevando consigo la nostalgia de quienes saben que esta será la última oportunidad de verlo en directo. Sin grandes artificios, fiel a su estilo, Sabina ha llenado teatros y arenas con su inconfundible presencia, demostrando que, aunque la voz le flaquee, su esencia sigue intacta.
Más que un adiós, esta gira es una celebración de la vida, del arte y de la poesía que Sabina ha regalado a su público durante más de cuatro décadas. Sus seguidores saben que su legado no termina con el último acorde de su guitarra: sus canciones seguirán sonando en bares de madrugada, en noches de desvelo y en el corazón de quienes encuentran en sus letras un reflejo de sus propias historias.
El poeta callejero deja los escenarios, pero nunca dejará de ser parte del alma de la música en español. Porque como él mismo dijo en una de sus canciones: "Al lugar donde has sido feliz, no debieras tratar de volver". Y Sabina, sin duda, ha sido feliz sobre los escenarios.
¡No te vayas Sabina!
Bravo Sabina!!!